viernes, 26 de julio de 2013

Fuerte, como un roble.


Es curioso, siempre, la naturaleza te enseña. Esta es la historia de un roble, que hace tiempo, plantaron en un vivero con destino a reforestaciones de zonas degradadas. Estaba llamado a recuperar el monte. Yo lo conocí, por que me encargaron dirigir un evento RSC para Unilever, se trataba de una reforestación y para ello buscamos para hacerla una zona en mal estado para reforestarla. Los participantes, se lo pasarían bien plantando árboles, se sentirían mejor y su empresa alcanzaría su objetivo, un día diferente y distendido, pero que "vale para algo más que el fin de incentivar a sus empleados". Dicho y hecho, conté con mi equipo y especialistas como mi amigo Carlos Muñoz, cuando terminamos la actividad, me dijo más o menos .. " se que tú eres de los que valoran esto, quédate con este Roble, que estará en buenas manos, gracias por llamarnos para el evento". Dicho y hecho, yo encantado con mi roble. No crecía mucho, pero esta especie es así, lenta pero segura. Me encanta este árbol, sus hojas peludas y duras, regarlo , cuidarlo.. hasta que años más tarde, más concretamente este año, las prisas y el "estrés" hicieron que muchas plantas que tengo quedarán sin regar un tiempo, entre ellas, el roble. Cuando lo vi seco, fue como si hubiera perdido a un amigo. Me hizo plantearme en general, si todo lo estaba haciendo bien en este momento con mi estilo de vida. En cierta manera me sentía mal, muy mal. Demasiado mal. Lo di por perdido y no quise ahondar en el tema para no hacerme más drama. El caso es que hubo dos supervivientes, y María José, empezó a regarlos, también le echó agua al roble, aunque estaba seco. Completamente seco. Ni una hoja verde, como en otoño y con las ramas chupadas. A la semana, el roble pensó que es eso, fuerte como un roble. En sólo una semana ¡¡¡le han brotado más hojas de las que tenía!!! ¿Como es posible? Yo pensé que no merecía regarlo ya, no es la primera planta seca que veo en ese estado "irrecuperable". Moralejas de esto se me ocurren una docena. Bienvenido a casa de nuevo, cambia algo para que no vuelva a pasar.





Las personas idealistas están acostumbradas a perder. También a resurgir de forma constante luchando por sus ideas toda la vida.

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